jueves, julio 05, 2007

Montréal - New York

El primer fin de semana de Junio hicimos un pequeño viaje de 3 días a la maravillosa New York mis hermanas, mi mamá y yo. En vez de hacer las 6 horas de viaje en auto, decidimos viajar con una empresa de turismo sino-montrealesa cuyos precios son los más bajos que mi mamá (la organizadora de estas vacaciones) pudo encontrar.

Ya que no conocía New York, estaba bastante entusiasmado. Sin embargo, no fue la grandeza de esta enorme ciudad la que marcó nuestro viaje, sino la extravaganza de la experiencia con la agencia de viajes, el guía, los pasajeros, etc. No es fácil explicar por qué el viaje en minibus de Montréal a New York fue una de las cosas más bizarras e igualmente cómicas que hayamos vivido en largo tiempo. De todos modos, intentaré describir algunas de las situaciones más risibles.

Para empezar, la agencia de viajes es manejada por chinos y está dirigida a una clientela china. Por lo cual, el servicio a los no-chinos se encuentra a un nível algo... disminuído. Temprano a la mañana, esperando frente a las oficinas de la agencia el ómnibus que nos llevaría a NYC, rápidamente nos dimos cuenta que 90% de los pasajeros eran asiáticos. Un guía finalmente llegó y nos dio instrucciones a todos: en chino. Más perdido que nosotros había talvez solamente un señor mayor vestido de traje y de expresión totalmente anonadada: Monsieur Robert, un francés de 79 años quien, según le confesó a mi mamá más tarde, deseaba visitar New York antes de morirse.

Finalmente un pequeño grupo de los que estában esperando en la vereda embarcó en un minibus con capacidad para unas 15 personas. El grupo de pasajeros incluía alrededor de 7 chinos, 1 brasilera, 1 suizo-alemán, 2 catalanes, 1 francés (Monsieur Robert), y 4 argentinos (nosotros). Toda una mezcla para un bus que parecía más bien una combi. El guía, un tipo muy simpático, parecía por lo menos inexperimentado. Uno de sus comportamientos más extraños que pudimos reconocer algunos de los pasajeros era que cada vez que parábamos en la ruta, al volver al minibus para seguir camino, insertaba una nueva película en el lector DVD, sin importarle que la película anterior no hubiera terminado, o no hubiera siquiera llegado a los 20 minutos. Por supuesto, nadie se atrevía a preguntarle por qué.

De más está decir que Monsieur Robert no entendía ni pepa de lo que sucedía, ya que sólo hablaba francés, y el guía pasaba la mayoría del tiempo explicando en chino. Por cierto, Monsieur Robert fue protagonista del evento más memorable de todo el viaje: la pérdida del pasaporte! Acusó a la mujer sentada al lado suyo de haberle hurtado su pasaporte cuando habíamos parado para ir al baño. Exigió al guía que hiciera una "enquête" (una investigación). Advirtió que llamaría a la policía. Golpeó y pataleó. Nos puso a todos nerviosos. Encontró el pasaporte. Sí, encontró el pasaporte en su bolsa de carpinche. Me dio la mano a mí, que lo había ayudado a buscar, como diciendo "disculpe", y enseguida giró hacia la pasajera a su lado, y le pidió disculpas . "La gente debe pensar que estoy loco," le confió a mi mamá. "Le pasa a cualquiera," respondió ella.

Martina (mi hermana) no tardó en socializar con los estudiantes suizo y brasileña. Mi mamá no tardó en encontrarse pasivamente involucrada en una conversación en chino con un hombre que parecía verle rasgos asiáticos. Los DVDs seguían saliendo y entrando del lector de forma frenética. Y de repente llegamos a Manhattan.


Segundo día en Manhattan en un bote cerca de la Estatua de la Libertad


Y, al parecer, en el viaje de ida se le habían acabado las pilas al remoto del lector DVD. Por eso el guía estaba obligado a poner una nueva película cada vez que apagaban y encendían el motor.



domingo, julio 01, 2007

Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Canadá 2007

Ayer domingo 30 de junio estuvimos en Ottawa para presenciar el debut de la selección argentina en este mundial Sub-20 en Canadá, en un partido contra la República Checa que terminó 0-0.

La capital canadiense se vistió de celeste y blanco. La platea gritaba y cantaba "Argentina" sin ninguna resistencia de los hinchas checos, que eran poco visibles entre tantos fanáticos argentinos. La selección no nos pudo dar un gol, pero las dos horas de ruta desde Montreal valieron la pena, porque hay pocas cosas más lindas que cantar para la selección (aunque se trate del sub-20).


Amigos e hinchas argentinos que ahora viven en Montréal, Québec, Canadá

"Argentina! Argentina!" El único nombre que puedo gritar hasta que se me apague la voz.